
Ha tenido que llegar 2019 para que me diese cuenta de la enorme laguna que tenía entre mis lecturas de ciencia ficción: Snow Crash, un clásico de 1993 que me ha sorprendido, acostumbrado a criptonomicones y reamdes, por su tono ligero y su dinamismo. La pareja protagonista, Hiro Protagonist (en serio) y T.A. está muy equilibrada y se basta para mostrarnos ese mundo en el que se circunscribe la acción; un mundo, como siempre, muy bien construido por Stephenson —lo que ahora se llama de manera grandilocuente worlbuilding—.
Si buscas una obra maestra como La era del diamante: manual ilustrado para jovencitas, quizá Snow Crash te decepcione. Es un libro para disfrutar con los ojos cerrados, sin mirar hacia delante, dejarte llevar y no buscarle los tres pies al gato: está ahí para pasarlo bien. Quizá cueste un poco al principio meterse en el ritmo frenético que propone, pero en cuanto le coges el tranquillo, todo fluye.

Sci-Fi
El género de ciencia ficción me gusta mucho para desconectar del mundo. Me suele pasar que, cuando leo relato, o novela negra, o cualquier otra cosa bien escrita, me detengo en los detalles de escritura, el estilo, en ver qué puedo aprender de lo que estoy leyendo. Esto es muy satisfactorio, claro, pero a veces apetece leer sin más, dejarse llevar y disfrutar de una buena historia: Snow Crah es todo eso y más. Como la buena ciencia ficción, interpela al lector, a su modo de vida y a dónde se dirige. Ay, estas distopías no tan distópicas…
Como lector, soy ávido seguidor del género; como escritor, estoy muy lejos. Lo único que intenté una vez fue esto, y en fin.
Menos mal que existen editoriales como Gigamesh, que editan y reeditan con mimo clásicos de ciencia ficción como éste (sí, yo sigo poniendo la tilde a los pronombre demostrativos).
En resumen: Snow Crash es un libro divertido, muy disfrutable y con el sello de autor de Neal Stephenson.